Durante poco menos de un año, Diego Rivera trabajó en el mural del Teatro Insurgentes con un equipo de 17 ayudantes, siete de ellos mujeres, que laboraban doce horas al día: de siete de la mañana a siete de la noche. El pintor cobró 200,000 pesos y la obra costó 350,000.

El mural mide 46 metros de largo por diez de alto y, como decía Rosa Castro en 1955, permitió el teatro de Alejandro Prieto salir del “cajón desolado” de la arquitectura funcional de eso tiempo “para entrar en el de la caja de Olinalá”.

Eso parece de veras el teatro gracias al mural de Diego: una cajita de Olinalá, colorida y brillante, que resplandece sobre la avenida Insurgentes con el reflejo de sus mosaicos de vidrio conformando y protegiendo el mensaje pictórico.
Los mosaicos de vidrio fueron un problema también –recuerda Alejandro Prieto- . más que un problema: “una auténtica pesadilla porque sólo había un taller en México donde hacián esos mosaicos (Mosaicos Italianos, S.A.) y la dueña era una italiana histérica. Todo mundo sabe cómo era Diego, de manera que los pleitos entre ellos eran infernales y yo estaba en medio. Terminar el mural en esas condiciones resultó una verdadera odisea, pero valió la pena porque pusimos en práctica algunas ideas para ese momento innovadoras: como la de arte y la velocidad. En las grandes ciudades nadie se detiene a mirar un mural, por las prisas cotidianas, así que Diego pensó en una obra que se viera en movimiento. Para ello deformó algunas figuras y las puso en perspectivas.”

“Esa idea del arte y el movimiento –interrumpe Manrique- estuvo muy presente a principio de los cincuenta. Los muralistas ya habían trabajado en ese sentido cuando plantearon la obra abierta, al aire libre, aunque no como un agregado al edificio sino como una integración plástica, como una unidad. El mural de Insurgentes responde a concepciones muy establecidas de Diego que arrancan de los muros de Palacio y continúan en el Hospital de la Raza, Cardeología, Chapingo… La concepción axual, en tres planos y miren –señala el mural-: la lectura es la izquierda a la derecha.Miren"

"Por cierto-finaliza el arquitecto Prieto-Diego consideró que yo debería aparecer en el mural. Me puso ahí, entre las figuras de los ricos, pero me pintó la cara verde porque decía que yo estaba vede e envidia."

(Porción de el libro "El teatro de los Insurgentes" 1953-1993 Vidente Leñero)